El país donde todos eran ladrones
Existió un país donde todos eran ladrones. Por la noche, cada uno de los
habitantes de este país salía con una ganzúa y una linterna. Cada noche iban a
saquear la casa de un vecino. Al regresar cada vecino, cargado de objetos
robados, encontraba su propia casa desvalijada, porque recordemos, todos se
robaban unos a otros.
De esta forma, todos vivían tranquilos: un vecino robaba al otro, y éste
a otro diferente, y así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al
primero. Se cerraba de esta forma el círculo. ¿Qué conseguían? No había ni
había ricos ni pobres. Sólo había ladrones.
Un día, apareció en este país un hombre honrado, que desestabilizó todo
por completo. Este hombre, cada noche, en lugar de salir a robar, se quedaba en
su casa. Así que al llegar el ladrón al que le tocaba robar en esa casa, se
tenía que dar media vuelta al comprobar que había luz dentro.
Todos los habitantes del país estaban enfadados. De hecho, era bastante
preocupante, porque cada vez que el hombre honrado se quedaba en su casa, un
vecino se quedaba sin robar, y al día siguiente no tenía para comer.
Cómo intentaron solucionar el problema en el país
de los ladrones
Entre todos consiguieron convencer al hombre honrado para que saliera
por las noches de su casa. De esta forma, el ladrón podría entrar en su casa.
Pero aunque él accedió, el problema no estaba resuelto. Al fin el ladrón podía
entrar en su casa, pero había una casa que se quedaba sin robar, ya que el
hombre honrado no robaba.
El país se sumió en un gran caos por culpa del hombre honrado. Los que
no eran robados durante la noche, eran un poco más ricos en comparación con
aquellos a los que les robaban, por lo que decidieron no seguir robando. Pero
los que iban a robar a casa de los que no robaban, se empobrecían más, ya que
al estar ellos en casa, no podían entrar…
Pasaron unos cuantos años, y los ricos se dieron cuenta de que si no
seguían robando, al final se volverían pobres. Así que decidieron pagar a los
pobres para que robaran por ellos. Así no tendrían que salir de casa y nadie
robaría en su vivienda, pero ellos sí recibirían beneficios de lo que robaran
para ellos. Se firmaron contratos y se establecieron salarios…
Y los ricos se hicieron cada vez más ricos y los pobres más pobres. Y el
único hombre honrado que llegó a aquel país, no tardó en morir de hambre.