A JOVEN, EL JOVEN, LA SUEGRA Y LAS ALPACAS

 A JOVEN, EL JOVEN, LA SUEGRA Y LAS ALPACAS


Tradición oral de Caylloma

narrada por Alejo Maque Capira


Hace mucho tiempo vivía en una estancia una joven que tenía una cantidad enorme de alpacas. Vivía sola con su mamá, no tenía esposo. Tenía un vecino que a su vez era un joven soltero.

La madre de esta joven era una mujer muy mala y de ninguna manera quería que la joven se casara.

Nace un amor prohibido

Un día, el joven vecino —que era un pobre campesino que pasteaba animales ajenos— se conoció con la joven mientras pasteaban los animales.

Allí deseó que la joven fuera su mujer. Así, empezaron a amarse a escondidas y la joven quedó embarazada.

El secreto sagrado de la joven

Bueno, ¿pero por qué esta joven poseía esa cantidad tan grande de alpacas? Por lo siguiente: del lugar denominado «Mama-Qucha» salieron, destinadas para esa joven, unas alpacas sagradas, llamadas «Khuya». Y también le fue enviado a la joven un hermoso tamborcito o caja.

Mientras las pasteaba, al tocar la joven ese instrumento, las alpacas «Khuyas» se reproducían enormemente. La Mama-Qucha también habría ordenado, siendo que la joven ya tenía hombre, que el hijo que tuviera fuese una rana.

Así, la joven dio a luz una rana. El niño-rana no debía ser visto ni por el joven ni por la madre de ella.

Una vez que dio a luz ya no salía a pastear, sino permanecía todo el día en la casa cuidando a su hijo-rana. Por otro lado, el joven comenzó a hacer continuos viajes. Y las alpacas, por sí mismas, salían de los corrales donde dormían, y sin que nadie les ordene iban a comer a los bofedales.

Cuando atardecía, la joven tocaba su instrumento que sonaba «tin, tin, tin». Al escucharlo, las alpacas por ellas mismas se reunían y regresaban en tropel a los sitios donde dormían.

Una trágica muerte

La mamá de la joven, que vivía en otra casa, ya sabía que su hija se había juntado con ese muchacho y también que había quedado embarazada, aunque no la vio dar a luz. Como ya no veía a su hija pensó: «¿Por qué será que mi hija ya no sale a pastear? ¡Tanto se habrá encariñado con su hijo que está todo el día cuidándolo en la casa!». Pensando esto, un día la engañó:

—¡Oye, hija! ¡Los ladrones están arreando a las alpacas! —le dijo. Al escuchar esto, la joven se apuró para ir ver a las alpacas; a su hijo lo envolvió con cariño en una manta y lo dejó en la casa.

Mientras, la madre de la joven entró a la casa a ver al niño. Al desenvolver la manta encontró una rana, entonces la mató aplastándola con una piedra. Cuando las alpacas supieron la muerte de la rana, todas se fueron a la Mama-Qucha. Así, de la misma forma como salieron, desaparecieron allí.

La joven, tras eso, desapareció igualmente en la Laguna-Madre siguiendo a las alpacas. También los manantiales de los bofedales se secaron. Y se dice que, por eso, ahora llueve poco. Hay unas pocas creencias que guardan muchos secretos acerca de la vida de las alpacas. Si desaparecieran, también desaparecerían las mismas alpacas.

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