LA DURA HISTORIA DE ADICCIÓN DE DANIEL HERNÁNDEZ
(Testimonio)
Con
sólo 13 o 14 años. Empecé a consumir dejándome llevar por las juntas de
amistades que tenía por aquel entonces, de las cuales el 90 por ciento o están
muertos o presos. Entre ellos, un hermano que falleció con 18 años por
sobredosis. En esos momentos no era muy consciente del problema en que me
estaba metiendo…
Mi vida era la de un niño lleno de sueños, un
niño humilde, con una familia estupenda. Poco a poco fui haciendo mella y
causando preocupación en toda mi familia. Generé mucho dolor a mis padres por
mis primeras detenciones, por delitos menores que fueron a peor hasta acabar
preso con 17 años.
Al
cumplir mi primera condena de 6 meses, con 17 años ya había pasado de los
porros a las pastillas y a meterme heroína por la nariz y, al poco tiempo, por
la vena. Y al llegar a ese punto de inyectarme heroína intravenosa, los
problemas fueron en aumento. Empecé a perder valores y a volverme más
irresponsable y manipulador. Sentía muy baja autoestima, y me abandoné, ni me
aseaba. Mi actitud cambiaba cada vez a peor con el tiempo.
No
buscaba nada… simplemente, escapar de los problemas de mi vida, no afrontarlos.
Combiné
el consumo de otras sustancias por dejarme llevar con las personas que me
juntaba. Empezaba con los porros, luego pasaba a las pastillas, luego a la
heroína intranasal, luego intravenosa… Ahí los problemas se agravaron mucho
porque para conseguir mi dosis tenía que robar, manipular, engañar hasta acabar
preso. A partir de los 17 tuve unos años de entrar y salir de la cárcel en
numerosas ocasiones.
Luego
tomé metadona, pero recaí en la cocaína por vía intravenosa y ahí empecé a
degradarme físicamente, psicológicamente, hasta el punto que todo me daba
igual. Era egoísta por no importarme mi familia, no querer responsabilidades,
aunque tampoco podía. Tenía unas gafas de madera que no me permitían ver la
realidad o, mejor dicho, no tenía el coraje de afrontarla.
La adicción se hacía más
fuerte
Tomé
consciencia de que tenía una adicción cuando me metieron preso con 17 años.
Aunque no sabía cómo afrontarla. En varias ocasiones pensaba en dejarla y
pasaba un día o dos sin consumir. Pero el síntoma de abstinencia era tan fuerte
que al final siempre acababa volviendo. Con cada recaída la adicción se hacía
más fuerte.
Yo
ya era totalmente consciente de mi problema, pero no podía dejarlo. Estuve en
varios tratamientos, los cuales duraban muy poco. Cuando dejaba y ya había
pasado el mono, siempre volvía a recaer autoengañándome: me decía a mí mismo,
“yo controlo, sólo es un homenaje”. Y ese homenaje me llevaba a las fuertes
recaídas. Siendo consciente del problema que tenía ya hacía tiempo no quería
dejarlo y llegué a pensar que nunca lograría salir del pozo, me rendía. Me
dejaba llevar de nuevo por el mundo de la drogadicción y la delincuencia.
La
adicción me afectaba en todos los sentidos. Me aislaba de la sociedad y, al
mismo tiempo, también la sociedad, las personas que no veían mi enfermedad como
tal, no me aceptaban. Notaba una total desconfianza hacia mí, cosa que era
normal por mis actitudes: yo no era de fiar. Mi aspecto se degradó de tal
manera que se me notaba de lejos que era toxicómano. No era capaz de afrontar
ninguna responsabilidad, ni de trabajo ni de nada de nada.
Era
detenido por la policía cada dos por tres. Mi padre me echaba a la calle, le
hice sufrir mucho, también a mi madre, hermanos, tías, en fin… mi familia
entera siempre intentaba ayudarme, pero yo nunca quería admitir. Manipulaba la
realidad, aunque era demasiado evidente mi problema.
Mi
familia vivía mi adicción muy mal, sufriendo mucho por mí. Llegó a encontrarme
en mi cuarto con sobredosis. Cuando no estaba por la calle buscándome la vida
para encontrar mi dosis, estaba detenido en comisaría o me metían preso en
muchas ocasiones. Todo esto estaba ocasionado mucho sufrimiento a la gente que
me quería.
La
adicción me hacía robar mucho, manipular, mentir, vender todas mis cosas de
valor: oro, tele, todo lo que pillaba que yo veía que podía vender para conseguir
mi dosis.
Luz tras las tinieblas de
la adicción
Después
de estar en varios tratamientos, todos fallidos, en 2008 entré en un Programa
de Rehabilitación. Ahí encontré mucha fuerza en mi interior con ayuda de los
terapeutas y compañeros de tratamiento. Conseguí identificar muchas
dificultades de las cuales yo no era consciente.
Con
el día a día iba cogiendo responsabilidades y recuperando mi autoestima. Iba
incorporando valores que había perdido por completo. Pasé muchas crisis que una
vez superadas me hacían más fuerte y más consciente de las cosas. Logré llegar
a la raíz del problema y no quedarme en la superficie.
A
lo largo de mi proceso personal logré independizarme, logré mantener un
trabajo, sacarme el carnet de conducir. También estabilizar todas mis
relaciones positivas, tener otra perspectiva de la vida, tener ilusión y, sobre
todo, tener propósitos. Considero que el propósito de la vida es tener metas.
Aunque
también tengo de vez en cuando mis vacíos y frustraciones, eh… Me duelen las
cosas pero he aprendido a identificar y afrontar las dificultades que tengo de
otra manera que escapar con las drogas. He aprendido lo importante que es la
autoayuda.